La presencia de agua o humedad en nuestras casas supone una degradación de la estructura del edificio y sobretodo de los elementos que quedan más expuestos, como son las cubiertas, azoteas, patios interiores, fachadas… donde se acaban produciendo fisuras y grietas. Además de daños estéticos y personales, como son manchas en la vivienda o problemas respiratorios, surgen daños estructurales, que no son visibles pero sí peligrosos. En muchas ocasiones, los edificios sufren daños estructurales que cuestan más de detectar. El agua puede provocar que la armadura interior en las estructuras de hormigón se oxide o se cuele la parte cementosa. O en el caso de ser una estructura de madera, las humedades favorecen la aparición de insectos y hongos.
Dependiendo del nivel de daños causado por el agua, los sistemas de impermeabilización se pueden instalar en el interior de la casa o por fuera.
La impermeabilización es uno de los pasos más importantes durante la construcción. Es el método que evita que el agua penetre en la vivienda o al mismo tiempo, evita que se escape de estructuras como por ejemplo un depósito. La impermeabilización de terrazas transitables, de azoteas o patios es la manera más efectiva de luchar contra los efectos del agua en los materiales constructivos.
Impermeabilizar implica una mejora de la sensación térmica, un ambiente más saludable y también un aumento del valor de la propiedad.
Independientemente de las prestaciones de las láminas, de la membrana en conjunto, etc. durante la ejecución en obra es muy importante respetar todos los criterios de seguridad, desde los de protección personal, hasta lo de realización de la impermeabilización.
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